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Por qué Halt and Catch Fire ha sido la serie del confinamiento, de la década y una de las mejores de la historia, sin hacer apenas ruido

Recuerdo los anuncios en las calles madrileñas en 2014, cuando se estrenó Halt and Catch Fire. Enormes marquesinas promocionaban en la Gran Vía de Madrid la que por entonces era el gran reclamo para el lanzamiento español del canal AMC, cuyo prestigio venía avalado por series como Breaking Bad o Mad Men, de la que quería ser heredera como rezaba su campaña publicitaria. Semejante campaña publicitaria me llamó mucho la atención, especialmente por la temática de la serie (por aquello del mundo informático, al fin y al cabo relacionado con mi vertiente profesional). Sin embargo, no tanto como para suscribirme a una plataforma, especialmente en tiempos donde el streaming en España aún era bastante utópico más allá de nuestro querido Filmin.

Cuando precisamente la plataforma española de streaming por excelencia, que este 2020 nos está dando más alegrías que nunca, anunció en pleno confinamiento que la serie llegaba íntegra a su plataforma, no pude más que dar un brinco, saltar del asiento y celebrarlo como el acontecimiento que era. Por fin teníamos la posibilidad de ver íntegra esa serie de la que nadie hablaba pero que durante cuatro temporadas había recibido la misma cantidad de halagos de la prensa como ninguneo en las temporadas de premios. Y por supuesto mi hype alimentado durante años no era en vano. Halt and Catch Fire es posiblemente la mejor serie que he visto en los últimos diez años. Elevada a esa categoría de conexión emocional a la que solo otras como Six Feet Under o The Leftovers (con la que coincidió en antena) han conseguido acceder.

Ya desde los títulos de crédito (al final el único reconocimiento que se le dio a la serie fue premiar esta breve pero magnífica secuencia), con esos grafismos en tonos magenta llenos de bits y la música pegajosa de Trentemøller, sabemos que estamos ante una experiencia única. En ella, los personajes aparecen compuestos por múltiples líneas y capas que hacen referencia al código informático, pero también a lo que realmente va a suponer el gran atractivo de sus cuatro temporadas: a la vez que veremos evolucionar la informática desde los primeros ordenadores personales hasta la irrupción de Internet, veremos como una serie de personajes tan complejos como creíbles evolucionan tanto a nivel individual como en las relaciones entre ellos, ya sea a nivel afectivo o en el ámbito profesional.

Y es en realidad ese el verdadero atractivo una serie que se vendía como una nueva versión de Mad Men ambientada en los ochenta y centrada en el mundo del desarrollo de la informática. La palabrería sobre el hardware y el software aquí son una mera excusa para una historia compleja y elástica en la que quienes realmente brillan son los cuatro personajes principales. Las vivencias, aventuras y desventuras a lo largo de una década de Joe, Cameron, Donna y Gordon, interpretados magistralmente por Lee Pace, Mackenzie Davies, Kerry Bishé y Scott McNairy, consiguen una conexión con el espectador como pocas veces se ha visto en la pantalla y terminaremos conectando con ellos a nivel emocional como si fueran parte de nuestra familia.

Todos los personajes tienen un arco argumental tan sorprendente como creíble. Todos están llenos de luces y sombras. A todos les amarás y odiarás en algún instante y los cuatro sufren una evolución que en la desoladora, emotiva y hermosa temporada final solo nos deja aliento para amar a un elenco cuyas emociones y sentimientos traspasan la pantalla hasta hacernos partícipes de sus aciertos, odiarles por sus errores y perdonarles cuando nos pidan la redención. Sentiremos la empresa que fundan dos de las protagonistas, Mutiny, como un poco nuestra. Sufriremos cuando ellas sufran y sentiremos su alianza como un grito de igualdad en una serie que nunca te dirá que lo es, aunque se trate de una de las series más feministas que se hayan visto antes del Me Too.

Porque, como cualquiera de nosotros, en el universo de Halt and Catch Fire todos son humanos. Y es eso, más allá de su lograda ambientación, lo que convierte a esta serie en una obra maestra. Sus siempre inesperados saltos temporales o un retrato certero y amargo sobre cómo la ambición humana suele terminar en el conflicto, la ansiedad y la más devastadora soledad. Además es una de las series que mejor han reflejado pequeñas tramas de contenido LGBT, sin hacer de los personajes un estereotipo en el que su identidad suponga toda su personalidad. De hecho, Joe probablemente sea el personaje bisexual más trascendente, fascinante y complejo que se haya visto en la pequeña pantalla, sin la necesidad de que esa sea la única arista de su personalidad que se potencia en la historia.

Y es así como una serie “sobre ordenadores” se convierte, paradójicamente, en un relato apasionante y lleno de alma sobre la experiencia humana. Sobre el fracaso, pero también sobre aprender a asumir los propios errores. Sobre la ilusión y las ganas de crear. Cómo a veces las ganas de lograr el éxito terminan arrasando todo a nuestro paso, pero también sobre la perseverancia y las creatividad. El objetivo de ofrecer algo nuevo. De centrar nuestra imaginación en los retos más complejos y salir victoriosos.

Por eso me enamoré perdidamente de estos personajes. Por eso devoré sus cuarenta capítulos en pocos días. Y por eso no he vuelto a ser capaz de ver de igual manera otra serie. Qué podría cubrir el hueco emocional que ha dejado un elenco tan perfecto y grandioso que aún meses después sigue resonando en mi mente. Ojalá encontrar más personajes con la complicada dualidad de Joe, más jóvenes testarudas y comprometidas como Cameron, más mujeres fuertes y ambiciosas como Donna o personalidades tan entrañables como la de Gordon. 

Pero tristemente, en un mundo donde cada vez se hacen más y más series pero pocas llegan a traspasar la pantalla, quedando la mayoría en la irrelevancia o el olvido, no hay demasiado espacio para eventos de la calidad de Halt and Catch Fire. Me encantaría encontrar otra producción que esté a la altura pero de momento solo queda volver a darle al play y reencontrarnos con una de las grandes series de la historia de la televisión. El retrato más certero de las relaciones humanas. La mejor serie que nadie conocía.

Las cuatro temporadas de Halt and Catch Fire se pueden ver en Filmin.

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