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Standstill / Adelante Bonaparte

Excelente nuevo álbum de una banda que no parece tener límites creativos

Hay discos que, por su carácter, desde que aparecen se convierten en imprescindibles. Vivalaguerra (Buena Suerte, 2006) es ya todo un clásico de la música. Un enorme trabajo en el que Standstill fueron más allá de cualquier etiqueta para crear un sonido evolucionado y contundente que, además, presentaron con uno de los mejores directos que se puede disfrutar en la actualidad en nuestro país.

Ahora, cuatro años después de aquella revolución y con una plantilla de seguidores cada vez más nutrida, llega el proyecto más ambicioso y sólido de la banda. Adelante Bonaparte es un trabajo sobrecogedor. Un viaje en tres actos que, a su vez, son tres EPs diferenciados y encajados en un precioso packaging artesanal en el que todo está impreso a la antigua usanza y que desprende un aroma vintage encantador.

Cada uno de los tres actos, o partes, parece transmitir un diferente estado de ánimo. El primero (I. Algunos recuerdos significativos de B.) empieza como un funeral, y hace referencia al pasado, a la infancia, en un viaje que transita entre la melancolía y la nostalgia. Todo ello desde la referencia, la más absoluta añoranza o el desprecio. Extrañas piezas sonoras en las que la letra es una grabación infantil o algún interludio musical, entrelazados por alegorías de la juventud y del vientre materno. Susurros y desgarros motivados por ‘La familia inventada’. Pequeñas piezas esparcidas por el suelo. Un juego que termina con un ascenso esperanzador y luminoso, ‘Adelante Bonaparte (I)’, que tendrá una continuación algo más áspera al comienzo del segundo EP.

Y es que el segundo acto, II. B. pasa de querer comerse el mundo a esconderse en una pequeña parcela, es el más oscuro. Parece sumergirse en la introversión, en la depresión, en las tinieblas de la mente y esos momentos en los que uno se siente, literalmente, una mierda. Canciones sobre la frustración, los cambios de planes y el inevitable final. Es el volumen más experimental de los tres, y en el que Standstill parecen desarrollar toda la complejidad y la pirotecnia musical más sobrecogedora, a través de canciones que parecen condenadas a ser coreadas al unísono en los directos como ‘El resplandor’ o ‘Moriréis todos los jóvenes’, que termina en las profundidades más lóbregas con ‘Sálveme quien pueda’, un misteriosísimo mantra lleno de sonidos y efectos extraños que suenan a lamentación.

Adelante Bonaparte finaliza con un tercer acto (III. El corazón de B. Despierta) un poco más luminoso y esperanzador en el que aparece el amor en todas sus facetas: la esperanza y la búsqueda de algo a lo que aferrarse para salir adelante, para darle sentido a la vida. Se cierra así esta “fábula circular” con una segunda versión del tema inicial aderezada con arreglos mucho más enriquecedores que la primera, cerrando a la perfección el mejor álbum que Standstill haya grabado hasta la fecha.

Una obra de semejante complejidad formal y musical no debe haber sido fácil. En Adelante Bonaparte todo suena donde tiene que estar: los arreglos, las programaciones, los coros, las voces, los textos, las canciones instrumentales, el orden de las canciones… Nada desentona en un álbum que merece ser escuchado de principio a fin, en sus tres partes, en una sala tranquila, con cascos y disfrutando de cada detalle. De cada sensación.

¿Buscan el mejor disco nacional del año? Pues ya lo han encontrado. Porque romper cuatro años de silencio discográfico con un trabajo así, no tiene perdón. Sólo queda agradecer a Standstill que hayan vuelto a inspirar, a evocar y a sobrecoger con un disco tan redondo como éste. ¡Bravo!

Publicado originalmente en la revista Koult.

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