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Una de las películas más disparatadas y entretenidas de los últimos años

Tenía muchas, muchísimas ganas de volver al cine. Desgraciadamente, la escasez de estrenos interesantes estaba posponiendo de forma indefinida las ganas de acercarme de nuevo a una sala. Entonces llegó La caza (The Hunt) y decidí que esa sería la elegida. Es cierto que las críticas eran bastante tibias y que venía acompañada de la polémica y los retrasos en Estados Unidos, pero había varios nombres detrás que me hacían tener una enorme curiosidad. (También me atraía un poco toda la controversia, para qué negarlo).

Y es que el director de la película es Craig Zobel, del que conocía la estupenda -y desconocida- Compliance (2012), un thriller claustrofóbico, a ratos desagradable y violento, que causó cierta discusión cuando se estrenó en Sundance. Por otro lado, la película está escrita por el siempre interesante Damon Lindelof, responsable de series como Lost, The Leftovers o más recientemente Watchmen, y de ese incomprendido (para mí fantástico) guión de Prometheus (2012).

Con unos nombres tan interesantes detrás sabía que la película, como mínimo, no me iba a dejar indiferente, pero lo que no imaginaba es que me iba a resultar tan arrolladora. Porque estamos ante una de las películas más hilarantes que he visto en mucho tiempo. Tal vez desde las mejores comedias de Edgar Wright (con cuya trilogía del Cornetto se podría relacionar en ciertos aspectos esta película) no encontraba un divertimento tan desacomplejado, salvaje y radical.

El argumento de la película es bastante simple a priori. Un grupo de personas de ideología republicana aparecen en medio del campo, amordazados y sin saber cómo han llegado hasta allí. Por otro lado, otro grupo de demócratas bastante acomodados dan caza a los mencionados en lo que se convierte en una batalla campal en la que nada es lo que parece (o sí) en la que vuelan por los aires -por momentos literalmente- las normas del género.

Pero si por algo resulta tan divertido el fantástico guión de la película es por su ironía a la hora de mojarse con prácticamente todos los temas de la actualidad, principalmente con esa corrección política que tan agotadora y asfixiante resulta, y sin dejar ni un solo guiño en el camino. El feminismo, Twitter, los negacionistas climáticos, el postureo, el buenismo, los magufos, el racismo, la posesión de armas, los inmigrantes y los refugiados, el lenguaje inclusivo…

Todo tiene cabida en una colección de personajes grotescos y estereotipados que funcionan perfectamente en el concepto de la película, en la que todos reciben por igual. Y por supuesto esa cultura de la cancelación tan de actualidad que al final le ha afectado con una lluvia de críticas de personas que solo habían visto su tráiler de dos minutos (o a veces ni eso).

Aquí no hay una profundidad metafísica ni grandiosidad fílmica. Aquí solo hay una hora y media de adrenalina sin fin, toneladas de humor negro, gore salvaje y desquiciado a paladas y un puñado de enfrentamientos y peleas a cual más alocada. Todo con un giro tras otro, especialmente al inicio, y con un reparto que cumple su cometido en el que brilla especialmente una estupenda Betty Gilpin que me recordó bastante (sin ser esto negativo) a la Villanelle de Jodie Comer en Killing Eve.

Eso sí, para disfrutar de esta película hay que verla sin sesgos ideológicos, y es quizás este el mayor problema que encontrará en sus mayores críticos, ya que al bromear sobre prácticamente cualquier pensamiento, movimiento o ideología, se genera esa animadversión de la que tan bien habla Bret Easton Ellis en su no menos controvertido Blanco. Un libro que, por otra parte, se me vino en muchos momentos a la cabeza mientras veía la película.

No es de extrañar por tanto la enorme polvareda que levantó (sin haberse estrenado siquiera), y cómo al final ha pasado un poco sin pena ni gloria al retrasarse su estreno, cuya fecha original coincidió con un tiroteo, que se solpapó finalmente con el confinamiento. Y es que, como tantas veces, la crítica se deja llevar más por la corrección ideológica que por la película en sí. Me viene a la mente la tediosa y artificial Retrato de una mujer en llamas, elevada por tantos a la categoría de obra maestra, quizá más porque es lo correcto que por su calidad como película.

En definitiva, The Hunt es una película divertidísima, inteligente, sarcástica y alocada que no pretende otra cosa que ironizar con el mundo actual, con esas mismas redes sociales que la criticarán y destrozarán, con lo absurdo que resulta a veces el esfuerzo prácticamente artificial de no herir a nadie y ser constantemente correctos. Para mí sin duda una de las mejores películas que he visto en este atípico 2020.

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