en Escenarios

Circolombia / Urbano: De la calle a la pista

Un espectáculo reúne a jóvenes en situación de riesgo en Colombia bajo el cobijo del circo

Si algo se agradece de la programación del Teatro Circo Price es su eclecticismo. Si hace unos días nos sorprendían con un espectáculo al más alto nivel, ahora vuelven a hacerlo con Urbano, un montaje de Circolombia creado especialmente para estrenar en Madrid y la Roundhouse de Londres.

Circolombia es una compañía muy especial, ya que sus componentes vienen del proyecto Circo para todos, una escuela ubicada en Cali, Colombia, en la que se ofrece a los jóvenes en situación de riesgo una oportunidad para formarse como artistas de circo contemporáneo. Una vía de escape convertida en una fábrica de sueños. Y es con los jóvenes que salen de esta escuela con los que nació Circolombia, una agencia estable con la función de promover a los artistas graduados dentro del proyecto.

Y son los jóvenes de la Escuela Nacional de Circo de Colombia los que nos traen Urbano, todo un ejemplo de superación, de energías y de ilusión, ya que desde que salen a la pista, rebosan de energía por todos los costados. Además, lo admirable de este espectáculo es que han logrado combinar lo que podría resumirse en las dos realidades que han vivido: por un lado el mundo callejero, salvaje, de los enfrentamientos entre bandas, del break dance, de las peleas de gallos, el hip hop y el reggaeton, con las disciplinas del circo contemporáneo. Así ofrecen algo más de una hora con números de una increíble tensión, y de un nivel técnico que, si bien es mejorable en algunos puntos, hace que se suba el corazón a la garganta y se suelte algún que otro grito apagado antes de que se terminen las piruetas.

La historia es bien sencilla, con dos bandas que se irán retando a lo largo del espectáculo, pero que terminarán descubriendo el valor de los orígenes y del compañerismo. El hip-hop y los sonidos urbanos, y algún toque algo más atávico son los ingredientes principales de un espectáculo loable. Y lo es porque han conseguido llevar a cabo una representación del más alto nivel con medios limitados. No hay una gran escenografía, ni un vestuario fantasioso e impactante y el uso de elementos es limitado. Sin embargo, la espectacularidad de los números, que la hay, se basa exclusivamente en el raudal de energía que desprenden estos jóvenes saltimbanquis, y en la complejidad de sus números, basados casi exclusivamente en la acrobacia y el equilibrio, a unos niveles de vigor y vitalidad que pone los pelos de punta.

Pero si encima a esto sumamos la originalidad de unir el circo a la música urbana con voces en directo de los propios artistas y un poco de magia ancestral, el resultado es un espectáculo admirable en el que se transmite un mensaje de compañerismo y de amistad, pero también la perseverancia por lograr un sueño, por escapar de los bajos fondos y llenar la pista. Al final, la alegría y el tono festivo se hacen dueños de nuestros cuerpos, y aunque odiemos el rimo callejero, terminaremos tarareando la canción con la que, con enormes sonrisas, los artistas de Circolombia se despiden de escena. Todo un ejemplo y una inspiración.

Publicado originalmente en la revista Koult.

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